En los evangelios, se habla de los múltiples milagros de Jesús.
La mayoría de ellos fueron referentes a sanar a los enfermos.
Es cierto, una de las cosas más importantes para llevar una vida feliz es tener buena salud.

Una enfermedad por muy leve que sea siempre trae malestar e indisposición para ejecutar las labores cotidianas. Una actitud de Fe, aunado con las prescripciones médicas, sirve para que una dolencia desaparezca rápidamente y la persona recupere la salud.

Dependiendo del grado de gravedad del padecimiento que tenga un individuo este puede también puede involucrar a sus seres más cercanos, en este caso una actitud de fe también se debe hacer en forma conjunta, o sea, con la participación de todas las personas de la familia o comunidad.

Un ejemplo de aplicación del poder de la FE en la salud es, modificando el versículo Mateo 9-22: Cuando se trata de una sanación personal:

“POR MI FE SANARÉ”.

Esta frase debe repetirse con intensidad, en ayunas, antes de la salida del sol, preferiblemente viendo hacia el este. Cuando se trata de la sanación de un familiar o alguien conocido:

“POR MI FE SANARÁ (NOMBRE DEL ENFERMO O ENFERMA)”.

La actitud de FE debe persistir todo el día.